Dejamos un breve reportaje de la Hacienda San Jose del Carmén de El Huique extraído del programa "Chile Conectado" de TVN trasmitido durante el 2012. Este informe tiene por objetivo observar el trabajo de reconstrucción material de la hacienda El Huique, severamente afectada por el terremoto del 27 de febrero de 2010, así como el rescate de la identidad huicana a partir de sus tradiciones.
Proyecto de Investigación y Difusión del Patrimonio Histórico, Cultural y Natural de la Región de O'Higgins.
domingo, 28 de julio de 2013
viernes, 26 de julio de 2013
Páginas para la Historia de Rancagua
René Leiva Berrios.
1986.
129 páginas.
Impresos Offset. Rancagua.
1o edición de 500 ejemplares.
El libro que en esta ocasión reseñaremos
pertenece a René Leiva Berrios, profuso escritor rancagüino, que compila cuatro
monografías relativas a la zona de Rancagua y sus alrededores. De partida cabe
mencionar que esta obra fue declarada “Material didáctico complementario y de consulta
de la educación chilena” y obtuvo la segunda mención honrosa de los juegos
literarios Gabriela Mistral. Estos galardones indican –y doy fe de mi lectura–
que se convierte en una obra fundamental para conocer la historia de esta
ciudad.
Comprende una
colección de escritos históricos sobre la historia de Rancagua, que no obstante
en ocasiones desborda ese espacio describiendo la historia de gran parte de la región
del Cachapoal. No utiliza un “método histórico” ya que su intención es narrar
episodios históricos en un estilo más bien literario, respaldando sus
informaciones en documentación que sin embargo no cita.
Su escrito se divide
en 4 capítulos que narran diversos aspectos de la historia de Rancagua desde
los pueblos originarios hasta la actualidad. Cada parte es un escrito en sí,
pero mantiene una unidad en su orden cronológico que parte desde la época prehispánica
y culmina en el siglo XX.
El capítulo primero
se llama “Zona de Promaucaes”, título que queda corto para describir todo lo que
allí acontece. Narra, por ejemplo, diversos episodios de la historia de Chile:
pincela fragmentos de hechos, lugares y personajes sin un hilo narrativo
uniforme cruzando varios relatos significativos a la historia local. Da cuenta
de la presencia indígena de los Chiquillanes o “Puelches” en la región, destacando
la zona del Cachapoal como límite con el Inca y el español, nos habla de la
“conspiración de los tres Antonios”, del fundo de la Compañía de Jesús que
después pasa a posesión de la familia Correa, del fundo de Cauquenes y su
propietario, el Márquez de Larraín, sobre las termas de Cauquenes, los
baqueanos, los Pincheira, entre otros temas, dando así una pincelada general de
aquellos elementos decisivos que dieron origen a la región.
El segundo capítulo
tiene por nombre “El Acta de Rancagua”. Recordemos que el acta de Rancagua
firmada el 2 de abril de 1820 ratificaba la jefatura de San Martín y la
pertenencia del ejército al pueblo argentino aunque hubiera desaparecido el
Gobierno Nacional. Con la legitimación de la autoridad, San Martín pudo
emprender la expedición libertadora al Perú. Es justamente ésta ciudad el
testigo de ese importante acontecimiento. Sin embargo, el autor deja pocas
páginas para narrar los hechos de los oficiales reunidos en Rancagua y que
dieron origen al acta de 1820. Se cita por ejemplo de forma extensa a los baños
termales de Cauquenes, identificando quienes se habían o no bañado allí para
aliviar su padecer (Ambrosio O’Higgins, San Martín, etc.); dato más bien anecdótico
que de trascendencia histórica y que el autor no supo explotar de manera
adecuada.
El tercer capítulo
llamado “Héroes desde mi pueblo” habla del desarrollo de la Guerra del Pacífico
y el aporte del pueblo de Rancagua.
Parte realizando una
descripción del mundo rancagüino previo a la guerra. Una vez que irrumpe el
conflicto el autor describe la movilización y el clima social en torno al conflicto. Inmediatamente se organizaron reuniones ciudadanas en la plaza para
conocer las informaciones oficiales, a partir de las cuales los vecinos resolvieron
el procedimiento a seguir para apoyar al Ejército. Primero, organizando el
reclutamiento de la tropa y, segundo, la recolección
de fondos para costear los gastos de uniformes, caballares y pertrechos varios.
Lo mismo aconteció en varios pueblos de la región donde se organizaron
distintos batallones como Doñihue, Machalí, Rengo y Codegua. La agricultura e
industrias se ven no obstantes mermadas en su producción por el constante
remisión de hombres a lo largo del conflicto.
Una vez realizada la
recluta del Batallón Rancagüino, este realiza su instrucción y se apertrecha
esperando el llamado a las armas. Dispuesto el decretó de marcha, la tropa
viaja al norte y participa de distintas batallas de la Campaña de la Sierra
(1881-1884), donde Leiva describe las distintas acciones armadas de los
soldados, y enumera a los heridos y los caídos en batalla (entre ellos, algunos
víctimas de la fiebre tifoidea) destacando su bravura y heroicidad en el campo
de batalla. El pueblo de Rancagua, mientras tanto, apoyaba con suministros a
las tropas y realizaba exequias por los caídos.
Con el triunfo
chileno concluye la guerra y los soldados vuelven a su hogar, y para quienes
resultaron lisiados en batalla el Estado fija una pensión mensual. Estos
hombres –dice el autor– serían queridos veteranos de Rancagua, el último de
ellos: Eliseo Reyes, falleció el 25 de septiembre de 1945.
El cuarto capítulo y
final, a mi parecer el más interesante, lleva por título “Tiempo de carretas en
mina El Teniente”. Narra esta parte el desarrollo del trasporte carretero desde
Rancagua hasta la mina el Teniente a inicios del 1900 hasta la construcción del
ferrocarril que terminaría por reemplazarlos. Lanza la hipótesis como los
cateadores, que buscan suerte por los cerros, son contratados por la Braden
Copper Company para acarrear el mineral. Realiza una descripción de la villa de
Graneros y como se convierte en el punto desde el cual se comienza construir el
camino hacia “El Teniente” dando paso a un intenso tráfico cordillerano. Su
estilo logra introducirlo a uno en las rudas faenas del carretero o el
carrilano, en los paisajes cordilleranos y el constante trajín del
trabajo minero que crecientemente comenzaba a ocupar la cordillera, escenario de las alegrías y padecimientos de los trabajadores. El tráfico
carretero termina a fines de 1909 con la inauguración del ferrocarril desde
Rancagua hasta Cachapoal hacia la aldea de nombre Coya. Cabe destacar además
que posee bellas y abundantes fotografías que complementa su narración.
Para finalizar,
diremos que Leiva centra sus ensayos en hitos fundamentales de la historia de Chile,
señalando como estos repercutían en Rancagua y las zonas aledañas. El libro
resulta interesante leerlo pues está bien escrito: con un estilo claro, sencillo
y simpático, logrando introducirnos en aspectos hasta ahora desconocidos de su
historia.
domingo, 21 de julio de 2013
"Chimbarongo", Frutos del País, 2013.
Dejamos
a continuación el capítulo 4 de la temporada del 2013 del programa "Frutos
del País" de TVN relativo a la comuna de Chimbarongo. Podremos ver allí el
trabajo del mimbre explicado de la voz de sus propios artesanos y reconoceremos
esta labor como un elemento que le otorga identidad a la comuna. Otro
aspecto interesante a destacar es la labor de la Escuela Agrícola Las Garzas
que otorga educación gratuita y de calidad a los alumnos de escasos recursos
del sector, preparando a los alumnos en labores propias de la economía local, es
decir, la agricultura. A ello se suman personajes típicos como el “chinchinero”,
artistas locales y tradiciones culinarias que completan este programa que, como
pocos que van quedando, constituyen valiosos resabios de la televisión chilena.
El terremoto de 1906 en la provincia de Colchagua
A pocos años del terremoto del 27 de febrero de 2010 continúa la reflexión por sus efectos, aún presentes en el debate público. En Colchagua, este desastre dió por resultado una catastrofe humana y material a gran escala. Hombres y mujeres, de todas las edades, resultaron heridos o fallecieron por el derrumbe de sus casas o por efecto del tsunami. En terminos patrimoniales, hubo edificios históricos dañados parcial o completamente. En Peralillo, por
ejemplo, el 90% de las viviendas cayeron, muchas de ellas de carácter
patrimonial.
Creemos que para comprender este fenómeno, es necesario recordar catástrofes similares, para así comparar y entender su magnitud, los efectos provocados y las medidas tomadas por los distintos actores.
Creemos que para comprender este fenómeno, es necesario recordar catástrofes similares, para así comparar y entender su magnitud, los efectos provocados y las medidas tomadas por los distintos actores.

Los asentamientos más cercanos al epicentro, pueblos como
Chépica, Quinahue, Lolol, Ránquil, Pumanque, entre otros, sufrieron importantes daños,
mientras aquellos ubicados en el litoral se destruyeron casi por completo como
el puerto de Matanzas. Cáhuil y Ciruelos sufrieron daños menores. Las ciudades
principales, Rengo y San Fernando, resultaron con gravísimos daños en su
infraestructura. El número de muertos y heridos era indeterminado.
Un telegrama oficial enviado por el Gobernador de Caupolicán al Gobierno
cuantificaba los daños del departamento: “Desde las ocho de la
noche, sucédense recios temblores cortos. Hospital mal estado. Casa escuela
superior mujeres destruída; cárcel ruinosa, Gobernación desplomada; Iglesias: 8
Rengo Inutilizadas; Santa Rosa de Pelequén derribada. Estación y bodegas
ferrocarril Malloa, caídas. Mayor parte casas San Vicente graves perjuicios.
Ciudad, 8 muertos y varios contusos Pueblo me exige datos Santiago con
ansiedad.-Urrutia”.
Una comisión viajó a la costa para cuantificar los daños, atestiguando
el alto nivel de destrucción del terremoto. Uno de sus encargados escribía al Intendente
de Colchagua: “Certifico que en mi viaje a Matanzas para estudiar los efectos
del terremoto del 16 del agosto próximo pasado, pude observar los grandes
destrozos causados en la población de Navidad. Así, el edificio que ocupaba la
escuela fiscal fue destruido en su totalidad como también la casa habitación de
la señora Andrea Montt de Rojas, con todo su menaje”.
Los más perjudicados por el terremoto fueron los sectores populares, cuyas frágiles viviendas (ranchos y casas de adobe) sufrieron una destrucción parcial o el derrumbe definitivo que aplastó a
sus moradores. En tales casos, los afectados elevaron petición al gobierno, que
había dispuesto ayuda para los damnificados. La mayor parte de los afectados
eran personas pobres, ancianas o mujeres solas con sus hijos. Conociendo el
Estado su situación, otorgó subvenciones para ayudarlos a rehacer su
vida mediante la declaración de un Decreto Supremo que destinaba una
cantidad de dinero para el arreglo de las casas destruidas. La noticia corrió a
gran velocidad y los damnificados de Colchagua hicieron llegar
cientos de cartas a la comisión encargada de evaluar el pago de las subvenciones.
Una de estas cartas,
perteneciente a Juan Esteban Araya de Roma, decía: “...el temblor del
16 de agosto último destruyó completamente mi casa, quedando por este motivo
sin tener donde vivir, como es público y notorio en el lugar. Además soy viejo
y no puedo ya trabajar y mi esposa que,
a más de tener cerca de noventa años de edad, está enferma de parálisis, obligándome
esta circunstancia a estar siempre al cuidado de ella. Somos ella y yo toda la
familia; no tenemos un solo centavo de entradas seguras al día; puedo
atestiguar con personas respetables que nos mantenemos con la limosna, que nos
dan los vecinos”.
Mirar
el pasado, pues, nos ayuda a pensar que este fenómeno aparece, una y otra
vez, dejando tras de sí, el desastre, la muerte y el llanto. En cierta
medida, ya estamos acostumbrados, y nos encontramos familiarizados con la presencia de esta fuerza colosal, conformando así una cultura telúrica que nos define como chilenos.
Autor: Cristian Urzúa Aburto
miércoles, 10 de julio de 2013
La Sociedad Unión Fraternal de Artesanos de San Fernando
Por Cristian Urzúa Aburto
Junto a Jorge Espinoza, Presidente de Unión Fraternal |
Una de las muchas sociedades que surguieron en Chile fue la "Sociedad Unión Fraternal de Artesanos" de San Fernando, fundada
el 1º de enero de 1885. La Unión Fraternal de Artesanos (UFA de aquí en adelante) destacó por su participación social,
política y cultural, trabajando siempre por el progreso de la ciudad de San Fernando y sus habitantes, en especial los más menesterosos.
Sus primeros años fueron díficiles por el poco dinero con que contaban, la escasa adhesión de los artesanos y por la oposición de la elite y la iglesia Católica. A pesar de esos obstáculos, lograron establecerse poco a poco, asentándose definitivamente en un local cercano a la plaza de armas de la ciudad.
La protección mutua se realizaba en base a una cuota mensual que pagaban sus asociados, obteniendo a cambio, según las circunstancias, derecho a asistencia médica, bonos para botica o un lecho en el mausoleo de la sociedad, entre otros beneficios.
La educación popular fue otra de las ocupaciones de la UFA. En 1890 se levanta una escuela nocturna para adultos que perdura hasta 1940. En el marco de ese periodo la escuela se clausura por falta de fondos y de alumnos, para volver a organizarse en distintas ocasiones. En ella se enseñaba a leer y a escribir a obreros analfabetos.
Entre 1898 y 1899 fueron representados por el periódico “El Artesano” y en 1900 editaron por su cuenta “El Obrero”, impresos de corta duración, desde donde exponían sus ideas políticas y sociales. En este último periódico se decían representantes de las clases trabajadoras y, que sin alguna adhesión de un partido político, defenderían al pueblo de los abusos de las autoridades y hacendados. Entre sus propuestas, como la generalidad de las sociedades, reivindicaban el proteccionismo económico y la abolición de la Guardia Nacional, mientras que a nivel local acusaban las deficiencias del gobierno municipal y la desmoralización del pueblo.
Esta sociedad fue promotora de diversas obras para el progreso local, encabezando diversas obras culturales: participaron en los desfiles patrios, realizaron mítines políticos y organizaron marchas reivindicativas. En los salones de la Unión Fraternal se realizaba banquetes, bailes, juegos y conferencias. Promovían además actividades deportivas. Una de las más grandes obras fue la creación de la Primera Compañía de Bomberos de San Fernando “Unión y Deber” por el entonces presidente de la mutual Eugenio López Donoso, inaugurándose en 1899.
A pesar de que las sociedades mutuales decían no entrometerse en política –como así lo explicitan sus estatutos– la UFA fue un representante de las reivindicacines de artesanos y obreros. Esta militancia social se expresó en alianzas implícitas con el Partido Demócrata y, posteriormente con la FOCH y las sociedades mutuales de Rancagua, Rengo y Curicó, con las cuales realizaban actos coordinados de protesta.
En la decada de 1920 la acción política de la mutual no decayó, pero se vio opacada por el movimiento sindicalista impulsado por la FOCH, organización más crítica y radical, adhiriéndose entonces a tendencias reformistas, con las cuales lograría una legitimación frente a la autoridad local, siempre recelosa de este tipo de organizaciones, convirtiéndose en un portavoz del movimiento obrero.
De este modo, la "Unión Fraternal", institución aún activa y una de las más antiguas de la ciudad, constituye un valioso testimonio del pasado local, parte del patrimonio vivo de la región, cuya importancia radica en la promoción del desarrollo social, político y cultural de San Fernando, legado que se manifestó en la formación de hombres e intituciones que conforman hoy lo que es la capital de la Provincia de Colchagua.
Sus primeros años fueron díficiles por el poco dinero con que contaban, la escasa adhesión de los artesanos y por la oposición de la elite y la iglesia Católica. A pesar de esos obstáculos, lograron establecerse poco a poco, asentándose definitivamente en un local cercano a la plaza de armas de la ciudad.
La protección mutua se realizaba en base a una cuota mensual que pagaban sus asociados, obteniendo a cambio, según las circunstancias, derecho a asistencia médica, bonos para botica o un lecho en el mausoleo de la sociedad, entre otros beneficios.
La educación popular fue otra de las ocupaciones de la UFA. En 1890 se levanta una escuela nocturna para adultos que perdura hasta 1940. En el marco de ese periodo la escuela se clausura por falta de fondos y de alumnos, para volver a organizarse en distintas ocasiones. En ella se enseñaba a leer y a escribir a obreros analfabetos.
Entre 1898 y 1899 fueron representados por el periódico “El Artesano” y en 1900 editaron por su cuenta “El Obrero”, impresos de corta duración, desde donde exponían sus ideas políticas y sociales. En este último periódico se decían representantes de las clases trabajadoras y, que sin alguna adhesión de un partido político, defenderían al pueblo de los abusos de las autoridades y hacendados. Entre sus propuestas, como la generalidad de las sociedades, reivindicaban el proteccionismo económico y la abolición de la Guardia Nacional, mientras que a nivel local acusaban las deficiencias del gobierno municipal y la desmoralización del pueblo.
Esta sociedad fue promotora de diversas obras para el progreso local, encabezando diversas obras culturales: participaron en los desfiles patrios, realizaron mítines políticos y organizaron marchas reivindicativas. En los salones de la Unión Fraternal se realizaba banquetes, bailes, juegos y conferencias. Promovían además actividades deportivas. Una de las más grandes obras fue la creación de la Primera Compañía de Bomberos de San Fernando “Unión y Deber” por el entonces presidente de la mutual Eugenio López Donoso, inaugurándose en 1899.
A pesar de que las sociedades mutuales decían no entrometerse en política –como así lo explicitan sus estatutos– la UFA fue un representante de las reivindicacines de artesanos y obreros. Esta militancia social se expresó en alianzas implícitas con el Partido Demócrata y, posteriormente con la FOCH y las sociedades mutuales de Rancagua, Rengo y Curicó, con las cuales realizaban actos coordinados de protesta.
En la decada de 1920 la acción política de la mutual no decayó, pero se vio opacada por el movimiento sindicalista impulsado por la FOCH, organización más crítica y radical, adhiriéndose entonces a tendencias reformistas, con las cuales lograría una legitimación frente a la autoridad local, siempre recelosa de este tipo de organizaciones, convirtiéndose en un portavoz del movimiento obrero.
De este modo, la "Unión Fraternal", institución aún activa y una de las más antiguas de la ciudad, constituye un valioso testimonio del pasado local, parte del patrimonio vivo de la región, cuya importancia radica en la promoción del desarrollo social, político y cultural de San Fernando, legado que se manifestó en la formación de hombres e intituciones que conforman hoy lo que es la capital de la Provincia de Colchagua.
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