Título: Los Conocí en Mi
Pueblo
Año:
2012
Género:
documental
Duración:
41 min.
Producción:
Thakhi Producciones, en coproducción
con Panquehue Films. Director: Gabriel Miranda y Jorge Cofré
“Los
conocí en mi pueblo” es un documental realizado por Gabriel Miranda Arcos y
Jorge Cofré Lizama que cuenta la historia de la comuna de Rengo a partir de los
testimonios biográficos de tres octogenarios: Simón Yarza (cantante de tangos y
boleros, basquetbolista amateur, político y cronista), Hugo Escobar (fotógrafo,
empresario, bombero y ex concejal) y Fernando Ibañez (empresario, bombero y ex
alcalde). El contexto en el que se desarrolla el documental es la
ciudad de Rengo y sus espacios principales: la plaza de armas y sus alrededores, donde un monumento o edificio actúan como estimulantes de la
memoria e invitan explayarse a sus protagonistas. El tiempo histórico que aborda
comprende desde la década del ‘40 del siglo XX hasta la actualidad, aun cuando ayudado de
las tradiciones orales y documentación histórica fue posible indagar aún más
allá.
El
director deja que la voz de los protagonistas se impongan en la cinta, la que
se enmarca en una estructura discursiva de cinco capítulos distribuidos de la
manera siguiente: Capítulo I: tres
visiones; una identidad; Capítulo II: La
búsqueda de un sendero; Capítulo III: El
espíritu de una comunidad; Capítulo IV: Con
el desarrollo en el horizonte…; y Capítulo V: Memoria viva. A partir de estas secciones los protagonistas
describen interesantes aspectos de la historia local que se encuentran enlazados
a su vida personal. Como en toda obra se rescata el anecdotario local como, por
ejemplo, las historias de Benigno Corral
Román, héroe de la guerra del pacífico, y el origen de la pila de la plaza, o
sobre como la industria el Molino quebró por no poder satisfacer las exigencias
de sus trabajadores. En ocasiones algunos capítulos resultan muy breves y no
logran abarcar el enunciado que las describe.
El
capítulo más interesante y articulado a mi parecer, y que responde a un
elemento de la identidad local, es el capítulo IV: “Con el desarrollo en el horizonte…”. Que habla del origen
industrial de Rengo y el prestigio ganado tras la “Exposición Industrial” en 1948 que consolida a Rengo como una comuna industrial. Entre las
empresas formadas destacan el Molino de Caupolicán (fundada en 1893), la Compañía
chilena de fósforos “Los Andes” (1922) o la fábrica ODIS (1932) que tuvieron su
auge entre 1920 y 1970. Los entrevistados argumentan como ese glorioso pasado se
perdió, y reflexionan cómo podría recuperarse aquel esplendor de una manera nueva. Debemos agregar que este
auge industrial de Rengo se enmarca en un proceso de industrialización general
de la región. Durante esa época en la región de O’Higgins, como en muchos
lugares de Chile, la industria acapara gran parte de las orientaciones
productivas de las distintas localidades, muy en especial en San Fernando,
Rancagua y Machalí en el marco de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones
(ISI) promovida por el gobierno. Desde los ‘80 se consolida un “retorno” a una
economía agraria con el surgimiento de la agroindustria y las empresas
vitivinícolas que hoy la caracteriza.
Si
bien la segmentación por capítulos da cierto orden narrativo al documental, faltó
darle más contenido y conexión a los relatos insertándolos en el contexto
histórico de la ciudad para así establecer los elementos fundacionales de la
identidad que se trata de rescatar, de modo que para el espectador (que por lo
general no conoce la historia de Rengo) no le resulten como una serie de
anécdotas inconexas. Quizá una voz en off
apoyada de material fotográfico y audiovisual que contextualicen la historia
local en el contexto nacional podría haber ayudado a mejorar la comprensión de
la historia renguina. No obstante, una perspectiva es siempre una opción, y el
tono simple del relato, el dejar hablar,
otorga aquella singularidad que le da valor estético al documental.
Esta
cinta tiene un gran valor al describir elementos históricos poco conocidos para
el ciudadano y puede otorgarles elementos de juicio a los renguinos para
repensar su habitar en la ciudad y el modo de conducirse en el futuro. Aquí no sólo
se habla del pasado como algo lejano, sino como un elemento añorado que
otorgaba identidad y orgullo a Rengo, pero que ya no existe más. Símbolo de
esta pérdida es que en el nuevo escudo de Rengo no figura el engranaje, símbolo del industrialismo
que portaba la antigua insignia. Cabe preguntarse entonces, -y cerramos con esta interrogante– ¿qué pasa con la identidad cuando sus elementos simbólicos
ya no existen y parece no haber otros referentes para reemplazarlos?
Dejamos el link para verlo por youtube:
Por: Cristian Urzúa Aburto.
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