Desde la época colonial que es reconocida la
leyenda de este monstruo que, según se cuenta, apareció en la laguna de
Tagua-Tagua hacia fines del siglo dieciocho. Se dice que en la Estancia de Don Juan
Próspero Elso y Aranibal, encomendero del pueblo de indios de Tagua-Tagua, apareció
la bestia y que “hacía muchísimo daño comiendo cuanto animal iba a beber en la
laguna, hasta que con mucho silencio le esperaron 100 hombres con bocas de
fuego y le cogieron vivo”. Otras versiones dicen que no pudo ser atrapada. La
bestia, según se cuenta, tendría unos 15 pies de altura y 22 de largo. Oreste
Plath, gran folklorista chileno, lo describe así: “Acuático y alado ser de dos
colas y con escamas como coraza que se lleva los animales”. El fin de la
leyenda resulta del desecamiento de la laguna en la década del ‘30 del siglo
diecinueve, atribuida al mismísimo diablo, quién en un pacto con su dueño la
hizo desaparecer. La verdad es que la leyenda fue una invención de un diario sensacionalista
francés “La Siècle” por 1784, impulsando la idea de la captura de esta
“harpía”, ser sobrenatural muy difundido en Europa. La otra parte de la verdad,
es que en 1833 Javier Errázuriz Sotomayor decidió desecar la laguna por las
continuas inundaciones que le provocaba.
Fuente de la Imagen: Archivo General de la
Nación, Bogotá, Colombia.
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