Walter Hanisch Espindola
Editorial Universidad Católica
Santiago, 1963.
220 páginas.
Los jesuitas se convirtieron en grandes
representantes de la historiografía colonial americana. En la Capitanía General
de Chile, en efecto, se comenzó a bosquejar la idea de país a partir de las crónicas
de Alonso de Ovalle y Juan Ignacio Molina. El jesuita e historiador Walter
Hanisch puede considerarse un heredero de esta tradición. Un amplio corpus
historiográfico y filosófico a su haber, reafirman esta aseveración.
Entre su producción intelectual
cabe destacar una obra particular: “Peumo:
Historia de una Parroquia, 1662-1962”, que es el libro que reseñaremos en
esta ocasión.
Para Hanisch este trabajo
resulta significativo en dos sentidos. En primer lugar, como ex párroco de
Peumo, le es trascendental dejar testimonio de un área que bien conoce y hacia la
cual guarda un cariño especial. Otra razón es que, como historiador, sabe identificar
vetas de explotación documental, valorando el Archivo Parroquial de Peumo como un
fondo riquísimo para realizar esa tarea.
Lo
que escribe Hanisch es una monografía de una parroquia desde la presencia del
evangelizador hispano hasta el último párroco
de Peumo. Ajeno a toda tendencia historiográfica centrada en las grandes
estructuras, como se estilaba en aquel entonces, el autor desarrolla
el tema de la vida cotidiana de una parroquia rural. Pero no se remite solo a
eso: integra los procesos políticos y sociales en el marco de la historia
nacional. Puede no creerse que esta sea una obra “objetiva”; muy por el contrario,
el historiador presenta un alto grado de erudición, logrando un trabajo de gran
calidad que no es condescendiente con la
institución desde la que escribe.
La
obra en sus primeros acápites nos inserta en la geografía del sector y su pasado
prehispánico. Posteriormente vemos la reconfiguración del espacio jurídico a evangelizar,
desde el siglo XVI hacia fines de la colonia, y su paso de misión, doctrina a parroquia,
es decir, desde la conquista de las consciencias indígenas hacia la
administración de una población mestiza ya catolizada. La mayor parte de la
obra corresponde a una crónica de los sacerdotes que encabezaron la parroquia y
los avatares que tuvieron que enfrentar. Hanisch se sumerge así en la biografía
de los distintos sacerdotes y su labor en la administración parroquial. Podemos ver en esta historia el esfuerzo de los curas párrocos por
evangelizar a la población, administrar los sacramentos y crear obras de
adelanto material.
Muchos fueron los
párrocos que dirigieron la parroquia de Peumo, pero Hanisch recuerda a uno en
particular: el Dr. Don Antonio de Zúñiga, quién dirigió la parroquia durante 54
años (entre 1758 y 1812), destaca su celo evangelizador, el espíritu caritativo
y el progreso material de sus feligreses. Zúñiga en esta extensa zona creó
vice-parroquias (Santa Inés, San Francisco del Parral y Coltauco) y numerosas capillas,
gestionó la venida de teniente-curas a cargo de estas, construyó la Casa de
ejercicios y el beaterio de Peumo. Otra preocupación era el fomento de la
educación. Hacia 1804 consta que “mantenía una escuela a su costa,
pública y franca para todos” (p. 93).
Dentro de la carrera
eclesiástica ser párroco de un área rural era un trabajo lleno de sacrificios.
Las distancias a recorrer eran inmensas, tenían que realizar confesiones en
lugares inverosímiles, desde Santa Inés hasta el Manzano. Del mismo modo la
pobreza general de la parroquia no permitía realizar obras materiales tan
necesarias para Peumo. A pesar de todos estos obstáculos hay que destacar la gestión
educacional de los párrocos, quienes en ausencia del Estado se hicieron cargo de esa
noble tarea.
Tenemos, pues, una
obra erudita y muy bien documentada. Una de tantas, que le hicieron merecedor del
Premio Nacional de Historia en 1994. Invitamos en consecuencia a revisar los
escritos de Walter Hanisch y a repensar la historia local a partir de sus reflexiones.
Cristian Urzúa Aburto
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