Por Cristian Urzúa Aburto
Publicado en Tell Magazine, Noviembre 2007
Las
primeras señales de industrialización en San Fernando se comienzan a avizorar a
partir de la segunda mitad del siglo XIX con la instalación de fábricas
mecanizadas que empleaban un creciente número de obreros. Por entonces la
“comarca de ensueño”, antigua aldea rural donde predominaban las actividades agrarias,
artesanales y administrativas, transita
hacia un modelo de urbe moderna e industrial, aunque con graves problemas
sociales derivados como la marginalidad y pobreza.
En
San Fernando existieron dos vertientes de industrialización: una proto-industrialización
agraria entre 1850-1900 y una industrialización ligera entre 1900-1930,
procesos que innovan respecto a las antiguas técnicas de producción
reconfigurando el paisaje urbano y su estructura social.
La
primera vertiente es impulsada por hacendados y patrones progresistas que incentivan
una reestructuración productiva, definida por la racionalización y
tecnificación de las tradicionales faenas agrícolas (molinería, cueros,
alimentos), la introducción de maquinaria pesada, motores a petróleo y del
contrato de mano de obra asalariada de origen campesino. Según datos de la
Sociedad de Fomento Fabril, el número de establecimientos industriales –desde
talleres a grandes empresas– fundados antes de 1870 en San Fernando
correspondió a 5, de 1880 a 1890 34, y de 1890 a 1895 54, sumando hacia fines
del siglo XIX unos 104 establecimientos.
Una
segunda etapa, encabezada por empresariado extranjero, se caracterizó por un
aumento intensivo de las instalaciones, maquinaria y personal –llegando a tener
más de cien obreros empleados–, generando complejos industriales orientados a
la producción de alimentos y artículos de consumo.
Desde
1915 se instalan una serie de fábricas de diversa índole como la Fábrica Nacional
de Amoblados de Mimbre, una industria de fideos de Juan Castellani y las
fábricas de Calzado Roselló Hnos. y Víctor Cecereu. Hacia 1925 se instalan
fábricas de tubos de cemento y baldosas para instalaciones higiénicas y
alcantarillados, y una industria de leche condensada, quesos y mantequillas que
enviaba sus productos a los mercados del centro del país. Para 1928 San
Fernando contaban con una fábrica de tabacos, tres fábricas de calzado, dos
curtidurías, fundiciones, maestranzas y molinos, entre otras industrias. Los iconos
de la industria provincial lo constituyen la Fundición Mangelsdorff y la fábrica
de Tabacos de San Fernando instalada por el español Fernando Rioja en 1921.
La
industria contribuyó a transformar la ciudad de San Fernando con la
construcción de conventillos, piezas y habitaciones habilitadas para el uso
exclusivo de los trabajadores, conformando barrios típicamente obreros, que
ampliaron la trama urbana de forma rápida causando graves problemas de
salubridad e higiene. En las fábricas hubo condiciones precarias de trabajo,
con bajos salarios y extensas jornadas laborales. El problema sobrepasó al
gobierno municipal que no pudo dotar de servicios básicos a sus habitantes ni
controlar tampoco el abuso de los patrones.
El
mundo popular, consciente de estos problemas, se organizó en mutuales, sindicatos
y federaciones, empleó la huelga y otras expresiones de protesta como una forma
de presión, con el fin de obtener beneficios de sus empleadores, reacios por lo
general a cualquier tipo de concesión. Por su lado, la comunidad local se
organizó para poner atajo a la pobreza a través de la conformación de
sociedades de beneficencia como la Gota de Leche, la Olla del Pobre o la Liga
de Estudiantes Pobres.
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