domingo, 15 de diciembre de 2013

Elecciones y propaganda política en la Provincia de Colchagua.



En la provincia de Colchagua, con la reforma electoral de 1874, por primera vez participó en las elecciones el mundo popular al excluirse el requisito de riqueza para poder votar. Esto produjo un interesante fenómeno: capitalistas, terratenientes, profesionales y comerciantes (que hasta entonces habían monopolizado el universo electoral) disminuyeron porcentualmente seis veces su participación a favor de campesinos, artesanos y obreros, es decir, el estrato popular tenía el potencial de determinar el resultado de las elecciones. Dado este fenómeno, el panorama de elecciones dio un giro copernicano. Los candidatos y sus partidos tuvieron que realizar una activa labor propagandística por medio de pasquines, giras y conferencias para ganarse a esta nueva masa electoral.
Una fracción, la más ilustrada del mundo popular, había luchado por largo tiempo por obtener este derecho, pero los terratenientes, reacios a ceder una gota de su poder ejercieron el cohecho y el fraude electoral, persiguiendo, encarcelando y violentando a los opositores, negándoles así su derecho a sufragio. A pesar de ello, frente a toda adversidad, estos hombres lucharon por ejercer su voto en libertad.   

 
           La expansión de los medios de comunicación -sobre todo la imprenta- dotó de un nuevo de instrumento a los partidos para influir en la consciencia y conducta de la nueva ciudadanía. La información/desinformación, la exposición de las virtudes del candidato o la denigración de los opositores son los mecanismos discursivos a los que apelan los grupos de poder para ganar la preferencia del público. El ferrocarril y el mejoramiento de los caminos produjeron una mayor movilidad espacial lo que le permitió a los políticos desplazarse por la región haciendo “giras” con su equipo de agentes y oradores profesionales.
A quienes no se encontraban supeditados a la autoridad como los profesionales, comerciantes, artesanos o gente distante a los centros de influencia política, se les aplicaba la presión, persuasión y propaganda. Por consiguiente, los recursos invertidos por los partidos en publicidad fueron cuantiosos y buscaban, de un lado u otro, influir en las decisiones del mundo popular. Esto se ejemplifica en que durante las vísperas de elecciones salían siempre pequeños periódicos de corta duración propiciando la propaganda política. Para las elecciones de diputados de 1876, la propaganda electoral se manifestaba en peregrinaciones en diversos puntos de la provincia colchagüina Un periódico de San Fernando sostenía que: “La emigración para las costas se está dejando sentir de una manera notable, y parece que esta vez, emigraron muchos emisarios políticos de todos los partidos independientes, con el fin de colocar en amarillos aprietos a la gente costina. Ya están haciendo las maletas algunos propagandistas, llevando en sus carteras los nombres de los ciudadanos costinos”.
Por su lado, los empleados municipales, los subdelegados, regidores y jueces hacían “campaña” a favor del gobierno influyendo sobre extensas masas de votantes desde sus puestos de autoridad. La prensa denunciaba esta situación sosteniendo el cómo estos sujetos actuaban como caudillos reuniendo al bajo pueblo para apoyar a sus candidatos y boicotear a los opositores. De esta manera, todo el aparato burocrático se ponía en marcha para favorecer sus intereses partidarios. Esto era conocido como la "maquinaria electoral".
      Hoy, el proceso de votación se encuentra mucho más resguardado permitiendo una mayor transparencia en el ejercicio del sufragio, de modo que cada ciudadano puede ejercer efectivamente su derecho sin preocupación a una represalia o fraude electoral.   
Cristian Urzúa Aburto

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